Si damos rienda suelta a la imaginación, al escuchar el álbum “The Chemical Wedding” de Bruce Dickinson, podríamos situarnos en una fiesta de heavy metal celebrada en una catedral gótica, donde, en lugar de vino, te servirían un coctel de pócimas preparado por el mismo cantante inglés y como aperitivo te ofrecerían poesías del maestro William Blake.
Desde el primer riff en “King in Crimson”, te das cuenta de que este álbum no está para bromas. Las guitarras de Adrian Smith y Roy Z te caen encima como un camión de riffs pesados, pero con la elegancia de un mago del metal. Y Bruce, bueno, él suena como si acabara de salir de un ritual oculto, listo para cantarte sobre cuervos y misterios místicos. El disco es un viaje que fluctúa entre la oscuridad más pesada y momentos muy melódicos, como sucede en “Jerusalem” y “Gates of Urizen”, donde Bruce demuestra que puede equilibrar la rudeza y la suavidad perfectamente. Es como si el tipo supiera exactamente cuándo darte un respiro antes de volver a aplastarte con otro ataque demoledor.
El momento cumbre en el álbum llega con “The Book of Thel”, un épico de ocho minutos que no se siente largo ni por un segundo. Te agarra, te sacude y te ofrece música y letras que son dignas de toda nuestra admiración. La canción está basada en el poema homónimo de William Blake, el famoso poeta inglés del siglo XVIII conocido por su estilo místico y filosófico. En el poema de Blake, Thel es una joven virgen que cuestiona el sentido de la vida, la muerte y su propósito en el mundo. Se enfrenta a la idea de que la vida es breve y frágil, y teme la inevitable llegada de la muerte.
En la adaptación de Bruce Dickinson, la letra sigue temas similares de mortalidad, búsqueda espiritual y la lucha con el significado de la existencia. Thel es retratada como alguien que está tratando de comprender el ciclo de la vida, la inevitabilidad de la muerte y el sufrimiento que la acompaña. La canción transmite un tono oscuro y filosófico, reflejando las dudas y miedos de Thel sobre su lugar en el universo.
En la canción “Trumpets of Jericho” Dickinson habla sobre temas de conflicto, poder y destrucción, utilizando referencias bíblicas y metafóricas. El título hace alusión a la historia de la caída de las murallas de Jericó, un relato del Antiguo Testamento en el que las trompetas divinas provocan el colapso de la ciudad.
En “The Chemical Wedding” Dickinson nos trae su faceta más intelectual, mezclando alquimia, filosofía y citas de Blake como si fuera lo más normal del mundo. Eso sí, no te preocupes si no entiendes todo a la primera, la música te lleva por donde tienes que ir, y a veces con basta.
En conclusión, si eres fan de Maiden o simplemente te gustan los discos que te dejan con la boca abierta, no te lo pierdas.