Rust In Peace de Megadeth es, sin duda, un monumento cumbre en la historia del thrash metal y sigue siendo un clásico indiscutible del género. Lanzado el 24 de septiembre de 1990, este álbum no solo consolidó a Megadeth como una de las bandas más grandes de la escena, sino que también demostró la habilidad casi sobrehumana de Dave Mustaine y compañía para componer canciones que combinan velocidad, precisión y agresión con un nivel de musicalidad que muchos solo sueñan alcanzar.

Una de las cosas más impresionantes de Rust In Peace es el trabajo de guitarra. Mustaine, en su mejor momento, entrega riffs tan veloces y precisos que casi puedes sentir el humo saliendo de las cuerdas. Temas como “Holy Wars… The Punishment Due” y “Hangar 18” son perfectos ejemplos de cómo Megadeth juega con los tiempos, saltando de melodías pegajosas a solos demoledores en cuestión de segundos. Y hablando de solos, Marty Friedman, que se unió a la banda para este álbum, eleva el nivel con sus solos que taladran el cerebro fuerte y consistentemente. En serio, el solo de “Tornado of Souls” es tan increíble que casi deberías tener un extintor a mano por si las llamas salen de tus bocinas.

Pero este álbum no es solo velocidad y riffs machacantes. Detrás de toda esa locura técnica, hay un nivel de composición que deja claro que esto no es cualquier disco de thrash. Canciones como “Five Magics” y “Take No Prisoners” te llevan por caminos muy interesante y hasta inesperados, con cambios de ritmo y compases que hacen que quieras revisar si te has metido en una clase de cálculo avanzado por accidente. Incluso el ritmo más moderado de “Rust In Peace… Polaris” te hace mover la cabeza sin descanso, gracias a esos riffs pesados y una batería impecable cortesía de Nick Menza. Menza, de hecho, es el pegamento que mantiene todas estas transiciones complejas unidas, como un chef que mezcla ingredientes raros pero termina creando un platillo delicioso.

En cuanto a las letras, Mustaine no titubea ni tantito. Trata temas de guerra, política y sus propias batallas internas, todo con ese estilo gruñón y carismático que ya es su marca registrada. “Holy Waaaarss!” es algo que no solo escuchas, lo gritas con el puño en alto. La producción del disco, además, está perfectamente bien realizada, cada instrumento suena nítido y limpio, pero sin perder la crudeza que el thrash metal necesita. Max Norman hizo un trabajo impecable aquí; es como unos buenos tacos de carne asada que tienen el picante suficiente para hacerte sudar sin dejar de disfrutar el corte de carne.

Lo mejor de todo es que no hay canciones de relleno. Así de simple, señores, este álbum es enormemente bueno de prinicipio a fin, desde el inicio con “Holy Wars” hasta el cierre épico con “Rust In Peace… Polaris”, cada tema es un éxito. No deseas nunca querer saltarte alguna de las canciones, porque, honestamente, ¿quién quiere perderse una sola nota de esta obra maestra?

En resumen, Rust In Peace no es solo otro disco de thrash; es una lección maestra de cómo hacer metal del bueno. Es un álbum que debería estar en la estantería de todo fanático del metal, justo al lado de tus discos favoritos de Slayer, Testament, Kreator, Anthrax, Sodom y Metallica; pero hay que admitirlo, este disco le saca una buena ventaja a lo que las otras bandas estaban haciendo en este momento. Así que si no lo has escuchado, tómate el tiempo de hacerlo, y si ya lo has hecho… bueno, ¡hazlo de nuevo, porque Rust In Peace nunca envejece!

  1. Holy Wars… The Punishment Due (06:36)
  2. Hangar 18 (05:15)
  3. Take No Prisoners (03:29)
  4. Five Magics (05:43)
  5. Poison Was the Cure (02:58)
  6. Lucretia (03:58)
  7. Tornado of Souls (05:23)
  8. Dawn Patrol (01:51)
  9. Rust in Peace… Polaris (05:37)